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Tortura en la Hexenhaus (Casa de las brujas)

casa de las brujas historia juan camilo vergara ph.d Nov 07, 2020

La Hexenhaus o Casa de las Brujas, fue una cárcel especial alemana donde las personas acusadas de crímenes absurdos en relación a la magia negra y la brujería eran represados y torturados hasta la confesión o la muerte. Uno de los casos más famosos fue el del alcalde de Bamberg; Johannes Junius (1628), quien escribió una carta a su hija, mientras aguardaba su fatal tortura en la Hexenhaus. A continuación, compartimos la carta con ustedes:

“Cien mil veces buenas noches, mi querida y bien amada Verónica. Llegué inocente a la prisión, me torturaron inocente y debo morir inocente. Todo el que llegue a esta casa debe ser un brujo o, de lo contrario, lo torturan durante tanto tiempo que debe inventar alguna cosa, imaginarse lo que sea, para que Dios tenga piedad de él. Quisiera contarte cómo me sucedió todo esto. Cuando me llevaron por primera vez al interrogatorio, se encontraban el Dr. Braun y dos doctores que no conocía.

El Dr. Braun me preguntó primero: “Señor, ¿Cómo llegó a este lugar?” Yo le respondí: “Por mi mala suerte”. Pero me respondió: “Óigame bien, ¡Usted es un brujo! ¿Quiere confesarlo voluntariamente? O, de lo contrario, le traeremos testigos y lo llevaremos a donde el verdugo”. Entonces le dije: “Me traicionaron, pero tengo la conciencia limpia. Y puede que traiga mil testigos, pero eso no me preocupa. Oiré sus testimonios con gusto.

Trajeron entonces al hijo del canciller. Le pregunté: “Mi señor, ¿Qué sabe usted de mí? Jamás he tenido nada que ver con usted, ni para bien ni para mal”. Pero entonces me dio la siguiente respuesta: “Mi señor colega, fue en el tribunal que nos vimos alguna vez. Le pido disculpas, pero lo he visto varias veces en la corte”. Pero cómo y cuándo no fue capaz de decirme. Les pedí entonces a los comisarios que debían interrogarlo más precisamente bajo juramento. El Dr. Braun dijo: “No haremos lo que usted quiera. Es suficiente con que este testigo lo haya visto para saber que usted estuvo en un Sabbat”. Entonces les respondí: “Mis señores, ¿De qué testigo están hablando? Si las cosas son de esa manera, nadie está al abrigo de falsas acusaciones, ni siquiera ustedes o cualquier otra persona honesta”. Pero no me escucharon. Luego vino el canciller y, como su hijo, dijo que también me había visto; pero no se acordaba ni cuándo ni dónde.

Después vino Elsa Hopfen; dijo haberme visto bailar en el bosque. Le pregunté con quién me había visto. Respondió que no sabía. Le imploré a estos señores: “Por el amor de Dios, ¿Es que acaso no oyen lo que dice? ¡Son todos falsos testimonios!. Debían haberlos interrogado correctamente bajo juramento. Pero no quisieron hacerlo y, al contrario, dijeron que debía confesar mis pecados o el verdugo me obligaría. Les dije que yo nunca había negado a Dios y que jamás lo haría. Que la clemencia de Dios me proteja de eso. Prefería soportar todo lo que se avecinaba. Pero entonces, desafortunadamente, entró el verdugo y que Dios tenga piedad en lo alto del Cielo. Me amarró las manos y me torturó con las tenazas hasta que la sangre corrió de mis uñas y por todas partes, al punto que no pude usar mis manos durante 4 semanas, como puedes verlo en mi letra. Me encomendé a Dios con sus cinco yagas y me dije que, como esto es el reflejo del honor y el nombre de Dios, voy a mostrar mi inocencia y mi martirio a través de esas cinco yagas. Eso va a aliviar mi dolor y espero poder soportarlo un poco más.

Ahora, mi querida hija, entiendes en qué peligro me encuentro. ¡Tuve que decir que era un brujo cuando no lo soy! Tuve que negar a Dios, cosa que nunca había hecho. Tuve que luchar día y noche contra mí mismo y, finalmente, la inspiración llegó durante la plegaria, entendiendo que debía dejar de atormentarme. Supe que sería mejor decirlo con palabras sin hacerlo realmente. En seguida, pedí que trajeran al padre del convento de los Predicadores, pero me lo volvieron a negar. En seguida te muestro mi confesión, gracias a la cual escapé al martirio y a esta dura tortura que no hubiera podido resistir por más tiempo.”