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Lawrence, el arqueólogo

historia t. e. lawrence Nov 07, 2020

Por: Julián Santamaría

Thomas Edward (T.E.) Lawrence es uno de los hombres más reconocidos del siglo XX y su nombre alcanza un estatus de leyenda. No en vano la película que relata sus hazañas, ‘Lawrence de Arabia’ de 1962, es considerada como una de las películas más importantes de la historia. La gran mayoría de personas conocen a Lawrence por el rol que jugó como uno de los líderes de la rebelión árabe contra el Imperio Otomano. Sin embargo, un episodio temprano y poco conocido de su vida ya daba indicios del hombre excepcional que llegó a ser.

Para el momento en que la Universidad de Oxford le concedió una beca de cuatro años para hacer investigaciones arqueológicas en los restos de Karkemish, la capital del imperio Hitita, dicha civilización era prácticamente desconocida. La posibilidad de adentrarse en uno de los capítulos más desconocidas de la historia de Oriente Próximo fue lo que atrajo al joven Lawrence al proyecto. Incluso rechazó la oportunidad de trabajar con uno de los arqueólogos más reputados de la historia, Flinder Petrie, con quien después, no obstante, tuvo la oportunidad de aprender algunas de las técnicas y métodos arqueológicos más avanzados de la época.

Lawrence y los directores del proyecto, el doctor Hoghart, en ese entonces curador del Ashmolean Museum, y Reginald Campbell Thompson, se esforzaron por mantener las mejores relaciones posibles con los obreros que trabajaban en el proyecto, todos ellos residentes locales. Los obreros tenían en tal estima a Lawrence, que en varias ocasiones fue llamado para que interviniera como juez en pleitos de la comunidad. Era tal la lealtad de los trabajadores que, en una ocasión en que los ingleses se vieron obligados a despedir a cincuenta de los trabajadores por falta de fondos, los despedidos se resistieron a abandonar el proyecto.

Un retrato de T. E. Lawrence

En ese entonces, una gran cantidad de proyectos europeos se extendían por el Medio Oriente. Entre ellos, y a pocos metros del campamento de Lawrence, un grupo de alemanes construía el puente de una vía férrea que buscaba conectar Constantinopla con Bagdad. Fue en un enfrentamiento con los alemanes, propiciado por el ingeniero jefe de la misión alemana –de apellido Contzen–, que la lealtad y apoyo al proyecto arqueológico tuvo su mayor prueba.

Al darse cuenta de que unos montículos en el territorio de las excavaciones eran un inconveniente para las obras de la vía férrea, Contzen pidió una autorización a los ingleses para deshacerse de ellos. La petición fue rechazada porque se trataba de los muros de la capital Hitita, pero Contzen no desistió. Cuando la campaña de exploración inglesa acabó, el ingeniero alemán contrató mano de obra local para derribar los muros. El encargado de dirigir la excavación en ausencia de los ingleses, Wahid, telegrafío la situación a Lawrence, que en ese momento se encontraba en el Líbano, y la mañana siguiente se plantó en lo alto de una muralla con un fusil y dos revólveres, dispuesto a defender la excavación de cualquiera que se acercara.

Lawrence pidió a Wahid que resistiera a los avances alemanes mientras encontraba una solución. Pasaron algunos días y la situación se volvió cada vez más tensa. Finalmente, Lawrence logró que el ministro de educación fuera con él a la zona del campamento. A su vez, por medio de un mensaje pidió a Wahid que no se enfrentara más a los alemanes. Por pensar que sus esfuerzos habían sido en vano, Wahid se ahogó en alcohol durante horas. Pronto, los alemanes se dispusieron a derribar los restos, pero cuando apenas habían retirado un poco más de un metro cuadrado, el ministro y Lawrence llegaron a denter la excavación. Enfurecido, el ministro exigió que se detuvieran y que los trabajadores que se prestaron para el trabajo fueran despedidos.

Existieron otros enfrentamientos entre Contzen y los ingleses. Pero esto solo sería el inicio de la gran leyenda que empezaba a gestarse. Pocos años después, en su más grande proyecto, Lawrence estaría liderando a los árabes en su rebelión y entrando con pasos de gigante a la historia del siglo XX.