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El último aliento de Matisse

arte matisse Nov 07, 2020

Por: Julián Santamaría

Pocos pueden entrar al Panteón de quienes han cambiado la historia del arte occidental. Y tal vez solo un artista lo ha logrado en dos ocasiones. Se trata de Henri Matisse, cuyo espíritu revolucionario no desvaneció ni a sus 72 años, cuando una nueva forma de expresión lo hizo llevar el arte moderno a nuevos horizontes. El genio volvía a convulsionar el mundo del arte.

Para muchos, el nombre Henri Mattise está asociado al apelativo ‘fauves’ (bestias) que la crítica adoptó para describir al grupo de artistas que escandalizó el mundo del arte con una exhibición de 1905 en el Salón de París. El grupo, liderado por Matisse, rechazaba el naturalismo y se enfocaba en abrazar la belleza y el poder psicológico del color. El impacto de este movimiento, que posteriormente se conocería como Fauvista, le valió a Matisse un puesto preponderante en el arte del siglo XX.

Los años pasaron y su trayectoria artística alcanzó una fama inusitada. Junto a Picasso, su amigo y rival, se disputaban la posición como el artista más influyente de lo que iba del siglo. Pero el siguiente momento estelar de Matisse llegaría a sus 72 años, cuando vivió algunas de las más grandes dificultades de su vida.

En 1941, durante la ocupación alemana a Francia, tuvo que ser sometido a una operación por un cáncer intestinal. La operación fue exitosa, pero su salud ya se encontraba deteriorada y se vio limitado a pasar gran parte de sus últimos años de vida sentado en una silla o postrado en una cama. Fue un momento doloroso para uno de los más geniales herederos del impresionismo de finales del siglo XIX. Pero en vez de llevar sus últimos años de vida con tranquilidad, el espíritu creativo de Matisse se desenfrenó y creó algunas de las obras más icónicas, no solo de su carrera, sino de todo el siglo XX.

 

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Una fotografía de Henri Matisse

 

Su forma de afrontar la vida en postración fue a través de los ‘papier découpé’ (recortes de papel). Una técnica que anteriormente había utilizado como método de planeación para proyectos de gran escala y que podía realizar mientras estaba sentado y era asistido por su ayudante. En los ‘papier découpé’, reconoció un nuevo medio de expresión artística. Es así como el registro fotográfico de esa época nos muestra a un Matisse en silla de ruedas o en su cama con tijeras en sus manos rodeado de recortes.

Nunca volvió a pintar. No se dejó limitar por su reputación, fama, y éxitos anteriores. Matisse veía en los recortes de papel la posibilidad de esculpir directamente sobre el color. Finalmente pudo hacer lo que quizo durante toda su vida: utilizar el estado más puro de los colores para crear.La técnica le permitió llevar proyectos de gran envergadura y ambición. Con la convicción de un artista experimentado, llevó su arte a lugares inesperados. Desde el libro ilustrado ‘Jazz’ (1947)  hasta la capilla del Rosario en la ciudad francesa de  Vence que diseñó hasta el más mínimo detalle (vitrales, atuendos del padre, el crucifijo, el altar, el tabernáculo, los candeleros, las pila del agua bendita, etc.).

En un inicio, los primero trabajos con recortes fueron vistos con escepticismo y en ocasiones simplemente rechazados. Para algunos críticos era la obra de un artista en decadencia, pero con el tiempo, se empezó a reconocer que era un momento sin precedentes. Un gran salto hacia una nueva dirección no solo para Matisse, sino para todo el arte de ese momento. Este nuevo aliento no lo dejó descansar sino hasta el día de su muerte en 1954, a sus 84 años. Gracias a estos últimos esfuerzos se consagró, por segunda vez, como uno de los artistas más importantes de la historia.