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El legado de Ulugh Beg

historia ulugh beg Nov 07, 2020

Por: Julián Santamaría

A diferencia de su abuelo Tamerlán, fundador de la dinastía Timúrida (que entre sus muchas hazañas están la subyugación de Imperio Persa, la extensión de sus territorios hasta la India, haber arrebatado Siria de los mamelucos e invadir los territorios del Sultán Turco), la carrera militar de Ulugh Beg fue una serie de fracasos.

Sin embargo, Ulugh Beg no fue un gobernante cualquiera. Bajo la instrucción del famoso astrónomo Qāḍī Zāda al-Rūmī se convirtió en uno de los científicos más destacados de su época. Paralelamente, su mandato, que comenzó en 1447, pasó a la historia por el florecimiento cultural y científico que impulsó en Samarcanda, la ciudad legendaria de la Ruta de la Seda y capital del Imperio Timúrida. Su legado marcó de manera definitiva al mundo Islámico.

Probablemente, el día de mayor orgullo para el gobernante Timúrida fue cuando en 1420, embajadores de todo el mundo vinieron a contemplar la apertura del observatorio astronómico de Samarcanda. Tenía una forma cilíndrica de 48 metros de diámetro y 45 metros de alto. Contaba con un sextante de 40 metros posado sobre una fosa, un gigantesco reloj solar con paredes exteriores cubiertas de frescos con motivos del zodiaco y una terraza donde se albergaban algunos de los instrumentos de medición más sofisticados del mundo.

En este observatorio y en la madrasa de la ciudad, Ulugh Beg reunió a un grupo de casi sesenta científicos entre los que destacan el matemático persa Jamshīd al-Kāshī y el astrónomo Ali Qushji. Todos ellos aportaron a la vida intelectual y artística de la ciudad al dictar cátedras en la madrasa y desarrollar investigaciones en una gran variedad de disciplinas, especialmente en la astronomía y la matemática.

Bajo estas condiciones, se puso en marcha el proyecto que daría como fruto uno de los los aportes astronómicos más importantes de la historia, a la par de los trabajos de Ptolomeo y de Tycho Brahe: el Zij-i Sultani (Tratado del príncipe). Se trata de un manuscrito que contiene varios de los hallazgos astrónomicos y teorías matemáticas desarrolladas por el grupo de eruditos. En él, se recopilan métodos para solucionar ecuaciones cúbicas, trabajos con el teorema del binomio, tablas de seno y tangentes (con hasta ocho decimales de exactitud), fórmulas de trigonometría esférica, tablas de observaciones, calendarios y un famoso catálogo de cerca de mil estrellas, el más preciso hasta entonces.

Una estatua de Ulugh Beg

 

Además, las investigaciones realizadas encontraron varios errores de cálculo que había en los incuestionables trabajos de Ptolomeo. La exactitud de las mediciones y cálculos en el Zij-i Sultani sobre el sol, la luna y los planetas aún hoy en día sorprenden a la comunidad científica.

El reinado de Ulugh Beg fue corto y el final de su vida trágico. Bajo órdenes de su propio hijo, fue entregado a un esclavo y posteriormente decapitado.  A su vez, el observatorio de seis plantas fue destruido y solo hasta 1908 se encontraron las ruinas de las que se preserva únicamente el sextante de la entrada. Su tamaño da una idea de la monumentalidad del observatorio.

Pero el destino del Zij-i Sultani sería diferente. Ali Qushji, escapó con su familia y llevó el manuscrito hasta Constantinopla donde lo entregó al Sultán Mehmet II. Con el pasar del tiempo, el manuscrito se convirtió en una de las referencias más importantes para la astronomía de Asia y Europa, al punto de ser traducida al latín en Oxford en el siglo XVII para ser usada en varias universidades alrededor del continente europeo.

El hecho de que el reinado de Ulugh Beg cayera en el momento de mayor esplendor intelectual, hizo que sus artistas y científicos se colocaran a la búsqueda de nuevos patrones que terminarían siendo grandes ‘adquisiciones’ para las dinastías que reinaban en Asia y el mundo islámico. Fue así, como los maestros del imperio Timúrida, beneficiados por el espíritu inquisidor de Ulugh Beg, no solo fueron una de las generaciones de matemáticos y científicos más importantes de la historia, sino que también establecieron un renovado interés por fomentar las artes y la ciencia en las dinastías que reinaron gran parte del globo terráqueo en los siglos siguientes.